Chirrín, chirrón...


Cada noche se escucha en el fondo del bosque, por allá muy lejos un ruido monótono y constante, con ritmo y armonía, como un mantra de la vida que suena mas o menos así... Chirrín, chirrón, chirrín, chirrón y a pesar de ser suavecito, se escucha muy bien sin embargo, si fuera de día con tanto alboroto de la efervescencia de la vida en ese lugar, abría que parar el oído para escuchar.

Afortunadamente en las noches tranquilas a la luz de la luna, tan brillante y su gran reflejo como espejo en el tranquilo lago, ese olor especial a maderas de los grandes, bellos y frondosos arboles, ese inconfundible y especial aroma de tierra mojada por las recientes lluvias de verano, el soplar del viento fresco, que mueve las hojas, o el chasquido de las que caen ya secas, cuyo ciclo fue cumplido, y cubren como alfombras de diferentes colores.

Estas hojas van del naranja al café, las mas secas o todavía verdosas ya que son las  mas recientes, al ser pisadas a veces en forma suave por pequeños animales como roedores, gusanos o arañas. Pero también hay ruidos mas fuertes con pisadas mas  pesadas y rápidas por animales mayores, o el zigzag rastrero de las grandes serpientes o incluso las pequeñas y tiernas víboras.

 De repente se percibe un olor dulce y suave de las hermosas flores silvestres o de las huele de noche que son elegantes y hermosas, iluminadas todas por la luna, por pequeñas luciérnagas y abanicadas por las mariposas con alas de  colores en el baile nocturno de ellas.

Este chirrín, chirrón, lo producen los pequeños grillos, dirigidos por su maestro de música el gran grillo, antes solo era  dormilón y conocido por su apodo del roncador pero desde la caída de un rayo, cerca de su casa el cual lo despertó de su sueño eterno y también hizo lo mismo con su conciencia y ya pudo notar el tic tac de su gran corazón, desde entonces parece brillar, al igual que al resto de los animalitos y sobre todo de los que sabían cantar dulces melodías con su trinar, ahora su amor se hace mas notar.

Los grandes arboles ahora son mas grandes y frondosos, sus hojas son mas brillosas y danzan al ritmo del viento fresco, acompañando a los grillos en su cantar. Dan frutos exquisitos y dulces que se reparten entre todos, nadie se queda con hambre o sed. La frescura de la noche es tal, que todos se abrigan entre si, en una atmósfera de amor y paz entre los sonidos de la madre tierra, con toda su majestuosidad, belleza y libertad bien ganada.

Todo esto pasa en diferentes partes del mundo y con todo tipo de ser vivo, no solo en la tierra si no en todo el universo, la verdadera libertar sin manipulación, respetando por fin el verdadero libre albedrío, todos responsables de la vida que queremos tener y quien queremos ser, a esto se le llama EL GRAN DESPERTAR.

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